Por Joe Grimm. (Texto traducido por Paul Mena)
Los cambios que el periodismo está experimentando son sorprendentes e históricos.
Los números lo dicen por sí solos, con miles de puestos de trabajo perdidos. Sin embargo son las historias personales las que los hacen real. Durante estas últimas semanas, Colleen Eddy del Poynter Career Center y yo hemos estado hablando con muchas personas a través del programa de Poynter Standing Up for Journalism. Yo también he estado hablando con amigos que he encontrado a través de más de 30 años de trabajar en redacciones — muchos de esos años como un reclutador — o por medio de mi columna semanal en Poynter. Esto es lo que yo estoy viendo.
Los periodistas somos personas esperanzadas. Pero estamos luchando.
La imagen popular que se tiene de los periodistas no engendra simpatía. El fin de semana del Día del Trabajo, yo miré otra vez una película en la cual los actores representan un enjambre de reporteros en el pórtico de una afligida viuda, golpeando micrófonos a través de la puerta frontal de vidrio. Así es como nosotros somos retratados, pero eso no es lo que nosotros somos.
Esto es como nosotros somos:
Nosotros somos el editor de 62 años quien fue escogido como parte de un recorte de mil puestos de trabajo. Su primer pensamiento: “¿Quién hará las cinco noticias que yo tengo que editar hoy?” El se encontró a sí mismo preguntando si podría simplemente irse y si la gente de su trabajo guardaría en una caja sus efectos personales y los enviaría a su casa. Esta no fue la manera en la que él había imaginado que su carrera terminaría.
Nosotros somos la estudiante graduada de la universidad en 2007 quien me dijo que ella cubría “todo” en un diminuto periódico donde ella era la única reportera hasta que ella fue despedida el 29 de febrero — día de año bisiesto.
Nosotros somos la cronista de un principal periódico metropolitano a quien se le pidió enviar un inventario de equipos en caso de que ella conste en la siguiente ronda de despidos. El periódico no quiere perder nada de sus cosas.
Nosotros somos la periodista quien entregó su carta de buyout o compra de su contrato (práctica por medio de la cual un empleador puede comprar el contrato de un empleado haciéndole un prepago que le permita no tener ninguna obligación para continuar empleando a dicha persona) y luego trató de retirarla cuando supo que la sección de su esposo — él también es un periodista — podría ser eliminada. Ella no pudo obtener la carta de regreso.
Nosotros somos la editora en jefe de una revista quien respondió su teléfono celular en una reunión de noticias y luego corrió fuera de la sala maldiciendo; su trabajo se había ido. Y nosotros somos los periodistas alrededor de la mesa quienes lo atestiguaron.
Yo hablé con una correctora de estilo quien está esperando a ver si la tercera caída del hacha en su periódico será la que le llegue a ella, y acordamos que nadie ha encontrado la fórmula correcta para hacer despidos. Nadie dice: “Gracias, esa fue una manera muy chévere de decirme que perdí mi trabajo.”
Una vicepresidente de recursos humanos quedó conmovida de que, mientras ella coordinaba cientos de salidas, alguien le preguntara cómo le estaba yendo. Estos recortes están hiriendo personas mucho más allá de aquellos quienes empacan cajas y cortan pasteles.
Sin embargo, nosotros somos un terreno resistente.
Yo pienso que las personas con las que he hablado a través de Standing Up for Journalism están tan preocupadas sobre periodismo como lo están sobre sus trabajos.
¿Cómo la gente donde el despido del día del año bisiesto ocurrió conocerán qué está pasando en su pequeño poblado? ¿El jefe de la policía local se los dirá? ¿Lo hará el consejo municipal?
El periódico que yo dejé en agosto, el Detroit Free Press, está tenazmente dando a conocer la noticia de corrupción en la alcaldía. ¿Será esta una de las últimas veces que eso pase?
¿Quién reportará sobre noticias del mundo? ¿O sobre especialidades como negocios, cuidado de salud, religión o temas urbanos si nosotros carecemos de la potencia de fuego y la experticia para cavar debajo de la superficie?
Nosotros enfrentamos esta crisis por sí solos. No debemos esperar un rescate federal. El número de trabajos que nosotros estamos perdiendo es eclipsado por lo que está pasando en otras industrias. Una compañía, General Motors, se encuentra en un programa de buyout tan grande — 5.000 trabajos — que ello probablemente excederá todo lo que el periodismo está perdiendo. Y GM ha tenido recortes más grandes este año.
Nuestro desafío en este doloroso, histórico tiempo es inventar maneras periodísticas y alianzas que los ciudadanos respalden para que obtengan los hechos que ellos necesitan para gobernarse a sí mismos. Una periodista me dijo que ello no será una solución milagrosa, una respuesta que se acomode a todo, pero será un cóctel de medios de comunicación donde modernos consumidores de noticias escogen lo que ellos quieren. Yo pienso que ella está en lo correcto. No habrá una respuesta, sino muchas.
Y mientras desarrollamos las respuestas, hay un montón de periodistas listos para ser reequipados y re-contratados.
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Frente a lo que está ocurriendo con gran parte del periodismo en Estados Unidos, nos gustaría conocer cuál es la situación de medios de comunicación de habla hispana, sea en los Estados Unidos, España o América Latina, con respecto a despidos, compras de contrato o compras de renuncias de periodistas. ¿Cómo ha manejado su redacción los recortes de personal? ¿Usted ha sido afectado por una de estas medidas laborales? Le animamos a que haga clic aqui y nos deje saber sus opiniones.